En esta pieza la materia, el tiempo y la naturaleza dialogan de forma silenciosa y presente, en tonos terrosos suaves, dominada por blancos cálidos, beiges y rojizos oxidados. En la parte superior izquierda destacan dos árboles desnudos, finamente dibujados, con un nivel de detalle que contrasta con el fondo rugoso y erosionado. Sobre el fondo aparecen también algunas letras dispersas (como «B», «N», «H»), que parecen emerger del mismo terreno, como si fuesen parte de una arqueología íntima o un alfabeto de la memoria, recordando la poesía de las palabras.